La Comisión Europea da por cerrada la crisis en la eurozona. El comisario para los Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, anunció que había terminado el tercer rescate de la economía griega. El presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, alabó la “solidaridad” de los socios europeos y la “determinación” del pueblo griego. Según Moscovici, Grecia “es un país normal ahora, no vamos a controlar las medidas que adopte, es libre para definir su política económica”. “El tiempo de la austeridad terminó”. Los críticos lo han llamado austericidioy recuerdan que la “solidaridad” ha consistido en prestarle casi 300.000 millones de euros a Grecia para que pagara a los acreedores (bancos alemanes y franceses mayoritariamente), a costa de un empobrecimiento “devastador” que endeuda a las siguientes generaciones. Grecia debía el 110% del PIB en 2008 y ahora el 180%. El PIB ha disminuido un 26,5%.
-Les daba yo solidaridad a Juncker y Moscovici…
-Con determinación…
“La austeridad presupuestaria indiscriminada no fue una política técnicamente adecuada, sino una forma de escarmiento irracional políticamente muy costoso”. El entrecomillado pertenece a un editorial de El País, no a un izquierdista populista buenista trasnochado. Aunque trasnochara la persona encargada de redactarlo, nadie incluiría ese diario en el corro anticapitalista. Si a la Comisión sólo se le ocurren anuncios triunfales, sin autocrítica por el desastre provocado en Grecia, y si los portavoces suenan igual, hable un ultraliberal o un socialdemócrata, entenderemos el éxito de voceras que reniegan de la UE y del viejo modelo social europeo. La política del escarmiento provocó las mayores desgracias de la Europa del siglo XX, porque escarmiento y escarnio tienen la misma raíz. ¿Qué Europa quiere la UE al convertir la Grecia empobrecida e hipotecada en cervantino “testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir”?